¿Son los roles de género un constructo social?

La comprensión bíblica de los roles de género proviene del relato de Génesis sobre Adán y Eva en el jardín del Edén; sin embargo, a veces se utiliza la justificación cultural para apoyar el comportamiento anti-bíblico.

Tengo que reconocer que este tema podría no encajar en la naturaleza de las áreas de estudio de ReG, pero me preguntaba si Uds. tenían alguna información con respecto a los estudios realizados sobre la supuesta naturaleza inherente de los roles de género, tanto en términos bíblicos como científicos. De los limitados estudios que he realizado, leyendo libros y observando, me parece muy claro que estos roles de género no son meros constructos sociales como muchos afirman. Si bien puede haber expectativas particulares por cultura, la tendencia general se inclina hacia un aspecto natural, según mi conocimiento hasta ahora. ¿Hay alguna manera en la que puedan ayudarme a profundizar y/o apoyar mis teorías sobre este asunto?

Hola, gracias por tu gran pregunta y tus comentarios. Me gustaría abordar cada área que mencionaste y ofrecer algunas opciones de recursos que podrías usar al continuar con tu investigación sobre los roles de género.

En cierto sentido, tienes razón: el género como un “constructo social” no es un tema que responda con regularidad en Respuestas en Génesis. Sin embargo, la comprensión bíblica de los roles de género proviene del texto en Génesis sobre Adán y Eva en el jardín del Edén. Si entendemos mal lo que dice la Biblia acerca del género, entonces no entenderemos cuestiones como la conducta homosexual, las funciones del esposo y la esposa, y lo que significa ser un hombre o una mujer. Se ve con frecuencia que se utiliza la justificación cultural para apoyar el comportamiento antibíblico, y se utiliza la Biblia erróneamente para justificar una variedad de conceptos reprobables sobre los roles de género. Y ya que vamos a tener a la Biblia como punto de partida en cada área de nuestro pensamiento, es razonable abordar algunos de estos temas aquí. Además, al final de este artículo te estoy dejando algunas sugerencias de artículos.

Antes de buscar en libros y considerar observaciones o cualquier estudio científico, tenemos que comenzar con la Palabra de Dios. Por este medio no puedo hacer un análisis exhaustivo de cada aspecto de este tema, pero a continuación brindo un análisis somero. En Génesis 1:27 leemos que Dios creó al hombre con distintas diferencias en sexo:

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó.

Dios creó al hombre y a la mujer, Adán y Eva, y Él hizo varones y mujeres diferentes físicamente y distintos en roles. Génesis 2:18 deja en claro el rol de Eva: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él”. “Eva fue formada de los huesos y la carne de Adán, lo que significa que ella es igual en su posición delante de Dios y, aun así, distinto al hombre” (Gálatas 3:28).1 Pero Dios le dio a Adán la autoridad no sólo de nombrar a los animales, sino también de nombrar a su esposa, lo que indica que ella no comparte igual autoridad que su marido. En la Biblia, ella es su ayudante.

Si la creación de Dios de Eva, una mujer, como ayudante y compañera de Adán, un varón, no es suficientemente clara para defender el matrimonio como una unión exclusiva para un hombre y una mujer, Génesis 2:24 despeja cualquier duda:

Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.

Desde el principio de la Palabra de Dios, no se hace acepción de estilos de vida “alternativos” como la homosexualidad, la bestialidad, la poligamia, etc.2

Y como punto final, tenemos a la maldición en Génesis 3. Aquí vemos que Adán y Eva ya tenían funciones distintas, pero como resultado de la maldición, sus roles se tornaron arduos y dolorosos. En el versículo 16, Dios permite que Eva (y sus descendientes femeninas) tengan hijos, pero el parto estaría asociado a mucho dolor físico, así como a preocupaciones sobre traer un niño a este mundo maldito.3 No sólo eso, Dios le dice a Eva: ” . . . tu deseo será para tu esposo y él gobernará sobre ti” (Génesis 3:16).4 Los cristianos difieren sobre el mensaje de este versículo, pero hay dos interpretaciones probables: (1) Eva trataría de usurpar el rol de su esposo como Cabeza, y Dios pone a Adán para impedir que ella lo logre, resultando en conflicto; o (2) Eva trataría de usurpar el rol de su esposo como Cabeza, y él ejercería un dominio masculino anti-bíblico sobre ella.5

Entonces, ¿qué tiene que ver el género como constructo social con algo como esto? La teoría de género fue mi área de estudio para mi maestría en inglés. Las personas que se especializan en el área de la teoría del género suelen tener como objetivo justificar la conducta sexual relacionada con el género que la Biblia condena como pecaminosa.

La teoría del género afirma que los hombres y las mujeres son diferentes solamente en el nivel físico; en otras palabras, tienen exactamente las mismas capacidades para todo, excepto en las funciones reproductivas, como la maternidad (aunque cada vez hay más intentos de los secularistas de hacer posible que los hombres lleven a los niños no nacidos). La teoría del género sostiene además que cualquier distinción entre varones y mujeres (por ejemplo, los hombres que actúan como jefes de sus hogares, y se visten de forma socialmente apropiada para su género, etc.) son “constructos” que la sociedad nos obliga a respetar. Si ellos “transgreden” (los teóricos del género aman esa palabra) esas fronteras sociales, el teórico del género argumenta, son rechazados y castigados.

Muchos teóricos del género llegarán incluso a decir que una persona puede ser un hombre en el nivel físico, pero si siente que es realmente una mujer, entonces puede identificarse como mujer. Los teóricos del género sostienen que aquella persona debería ser capaz de vivir con su género elegido, e incluso usar el baño de mujeres, vestirse con ropa de mujer y ser referido como una.

Toda esta confusión de género es una distorsión completa de lo que dice la Biblia acerca de los roles de hombres y mujeres y sobre el matrimonio. Si no hay nada que identifique a un hombre como hombre o a una mujer como mujer, ¿por qué mantener una definición tan estricta del matrimonio? “El matrimonio entre un hombre y una mujer” sólo importa si importa la definición de hombre y mujer. Si dos hombres “se casan”, pero uno se identifica como mujer, la sociedad simplemente ha tratado de encontrar una forma cercana al diseño de Dios para el matrimonio, haciendo que las palabras varones y mujeres queden sin sentido.6

Sin embargo, existe una fuerte evidencia científica que las diferencias entre hombres y mujeres son más profundas que la anatomía básica. El Dr. Gregg Johnson, profesor de Biología en la Universidad de Bethel, escribió un artículo detallado sobre las diferencias de sexo. Explicó que los varones, entre otras cosas, suelen ser más dominantes, más orientados a las metas y a las reglas, y tienen cuerpos y sistemas nerviosos que se desarrollan durante largas horas de trabajo físico. Las mujeres, por otra parte, demuestran comportamientos más cuidadosos, están más en contacto con la dinámica social, y tienen cuerpos que favorecen el almacenamiento de grasa, lo que ayuda en el embarazo.7

De hecho, el Dr. Johnson concluye: “Las diferencias sexuales presentes en todos los sistemas de órganos en varias especies de mamíferos van mucho más allá de las características anatómicas superficiales necesarias para la reproducción. Estas diferencias son respuestas directas a los niveles de hormonas circulantes, que difieren significativamente entre los sexos”.8 Bajo la influencia localizada de las hormonas y la heliografía del ADN, ciertos tejidos embrionarios se forman en estructuras masculinas o femeninas y otros tejidos regresan. Más tarde, en la pubertad, las cantidades crecientes de testosterona y estrógeno provocan la maduración de estas diferencias sexuales.

Así que, en términos generales, si naces hombre, no hay manera de cambiar eso.9

Esto es consistente con Génesis 1:27; Dios nos ha hecho varones y mujeres. El Salmo 139:13–14 explica que nuestro desarrollo biológico está marcado por la mano de Dios:

Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien.

A la luz de pasajes como éste, debemos desear abrazar nuestro rol bíblico como hombre o mujer, en lugar de tratar de transformarnos en lo opuesto a lo que Dios quiso.

Las Escrituras también tienen normas y expectativas para los hombres y mujeres, particularmente enfocadas en la modestia. Aunque la Escritura no describe claramente un código de vestimenta para nosotros, se nos dan pautas. Por ejemplo, 1 Pedro 3:1–5 les dice a las mujeres que se vistan modestamente y que pongan sus prioridades en su desarrollo espiritual. Efesios 4:17–19 le dice a la gente de Dios que no sea como los incrédulos, que se dedican a la lujuria. Romanos 12:1 deja en claro que debemos presentar nuestros cuerpos como santos y aceptables ante Dios, lo cual difícilmente podemos hacer si nos negamos a vivir modestamente o dentro de las fronteras masculinas o femeninas que Dios formó en nosotros.

Con respecto a las expectativas culturales, la Escritura parece indicar que debemos vestirnos no sólo modestamente, sino también en formas apropiadas a nuestro sexo en cualquier cultura que vivamos. Un ejemplo excelente se encuentra en 1 Corintios 11, donde Pablo aborda el tema de cubrirse la cabeza en la iglesia. Por supuesto, los detalles textuales y la historia son demasiado confusos para dar una respuesta definitiva a lo que representaba cubrirse la cabeza (y, de hecho, los comentaristas varían en sus interpretaciones), pero basta con decir que el cubrirse la cabeza estaba claramente destinado a las mujeres, al menos en esa congregación:

Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado. Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra. (1 Corintios 11:4–6)

Mientras algunos cristianos argumentan que este pasaje se aplica a las mujeres en la iglesia de hoy, otros creen que el texto indica que era un tema culturalmente específico. Ya sea porque las cubiertas de la cabeza están destinadas a indicar que la mujer está casada (como en algunos países de hoy) o por algo más, Pablo estaba escribiendo un símbolo que puede no tener el mismo significado hoy. La costumbre era que las mujeres se cubrieran la cabeza o que tuvieran el cabello corto, pero se consideraba “vergonzoso” en ese día que una mujer hiciera lo último.

¿Qué nos dice esto? Pablo está aconsejando a las mujeres que, dentro de los límites de la modestia, se adhieran a las expectativas culturales de la feminidad. De igual forma, Pablo indica que si un hombre lleva una cubierta de cabeza, que era para una mujer, tal hecho es deshonroso. Aquí, también, Pablo parece estar indicando que los hombres, dentro de los límites de la modestia, deben adherirse a las expectativas culturales de la masculinidad. Pero lo que es significativo es que a los hombres se les prohibió usar cubiertas de cabeza, y si un hombre lo hacía, ciertamente habría una pregunta de por qué estaba adornado con algo destinado a una mujer.

La misma lógica debe ayudar a nuestra cultura hoy en día. Si un hombre usa lo que normalmente se considera ropa femenina, tenemos que hacernos la pregunta, ¿por qué está haciendo tal cosa? ¿Ha determinado la cultura que ahora es masculina y apropiada? Probablemente no. ¿El hombre está tratando de ser subversivo y obtener una reacción de la gente? Posiblemente. ¿Ha decidido el hombre que preferiría identificarse como mujer, lo que podría conducir a medidas más extremas, como la cirugía de reasignación sexual? Si ése es el caso, está claramente tratando de cambiar la forma en que Dios lo creó, como si pudiera hacer un mejor trabajo.10 Cuando una persona expresa el deseo de vivir como el sexo opuesto y toma medidas para hacerlo, él o ella podría muy probablemente estar experimentando algún tipo de confusión de género (y muchos secularistas estarían de acuerdo). La diferencia radica en cómo afrontaríamos tal situación; los secularistas lo animarían a abrazar su “identidad” percibida, mientras que el creyente debería buscar compartir el evangelio con él y enseñarle el diseño de Dios para los hombres y las mujeres.

Hay mucho más que se podría decir acerca de este tema, pero esto debería ser suficiente para introducir los problemas. Hay una serie de grandes recursos disponibles sobre el tema de roles de género y la masculinidad y la feminidad bíblica. John Piper y Wayne Grudem editaron una serie de ensayos en el libro Recovering Biblical Manhood and Womanhood [Recuperando la masculinidad y la feminidad bíblica] (Wheaton, Illinois: Crossway 2006). El ensayo de Piper de esa serie está disponible de forma gratuita en formato PDF. Éste es uno de los mejores recursos disponibles sobre roles bíblicos de género. Y, por supuesto, tu mejor recurso son las Escrituras, especialmente Génesis 1–3, que proporciona la base para lo que es el matrimonio, la masculinidad y la feminidad piadosa, y cómo deben vivir los hombres y las mujeres que siguen a Cristo.

Referencias y Notas

  1. Las “feministas evangélicas” citan frecuentemente a Gálatas 3:28 para apoyar su idea de que el Nuevo Testamento eliminó los roles de género. Pablo escribió: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; ni varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”. Sin embargo, extraer este versículo de su contexto es una práctica hermenéutica profundamente falible, y la interpretación feminista evangélica de este verso fuerza numerosas contradicciones en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, Gálatas generalmente se considera como la primera carta canónica de Pablo. Así que si Pablo estaba diciendo que ya no hay ninguna distinción entre estos grupos, entonces es bastante extraño que él continuara haciendo distinciones durante muchos años entre judío y gentil (Romanos 1:16–17; 11:25–28; Hechos 18:1–6), esclavo y libre (1 Corintios 7:17–24, Efesios 6:5–9, Colosenses 3:22–4:1), y masculino y femenino (Efesios 5:21–33, Colosenses 3:18–19).
  2. Aunque Abraham, David, Salomón y otros en las Escrituras practicaban la poligamia, no estaban persiguiendo el diseño original de Dios para el matrimonio, y sus relaciones polígamas deben verse como ejemplos de conducta que no deberían practicar los cristianos. Para más información de la poligamia en la Biblia y las consecuencias desastrosas de estas relaciones, lea a Roger Patterson, “What About Polygamy in the Bible?” (¿Qué de la poligamia en la Biblia?), también disponible como un capítulo en How Do We Know the Bible Is True? Volumen 1(¿Cómo sabemos que la Biblia es verdad? por Ken Ham y Bodie Hodge, eds. gen., (Green Forest, AR: Master Books, 2011).
  3. Evidentemente, debido al hecho de que vivimos en un mundo caído, algunas mujeres son incapaces de tener hijos. Para más información sobre el parto y el dolor, vea los artículos de la Dra. Elizabeth Mitchell, “Is It Wrong to Interfere with the Pain of Childbirth?”, “The Evolution of Childbirth?”, y “Understanding the Answer in Genesis 3:16”.
  4. Para mayor información sobre cómo obró Dios a través de Eva, revise el artículo de la Dra. Georgia Purdom, Hope Amid Despair (Esperanza entre la desesperanza).
  5. Raymond C. Ortlund, Jr., “Male-Female Equality and Male Headship: Génesis 1–3,” in Recovering Biblical Manhood & Womanhood, John Piper y Wayne Grudem, eds. (Wheaton, Illinois: Crossway, 2006), p. 108.
  6. El matrimonio se define en la Biblia como un acto estrictamente entre un hombre y una mujer; dos hombres o dos mujeres o cualquier otra fórmula de “matrimonio” se encuentra fuera del diseño de Dios y, por tanto, no es un verdadero matrimonio.
  7. Gregg Johnson, “The Biological Basis for Gender-Specific Behavior,” in Recovering Biblical Manhood & Womanhood, John Piper y Wayne Grudem, eds. (Wheaton, Illinois: Crossway, 2006), pp. 282–284.
  8. Ibíd., p. 284.
  9. Esto no quiere decir que no haya excepciones a la regla. Los niveles hormonales varían, y no todos los hombres o mujeres exhibirán todas las características descritas por el Dr. Johnson. Sin embargo, en términos generales, estas diferencias son fácilmente evidentes en hombres y mujeres, y se basan en hormonas dadas por Dios que se correlacionan con el sexo.
  10. “En cuanto a los hermafroditas (los que nacen anatómicamente tanto hombre como mujer), no estoy defendiendo que no se haga nada por su condición. La humanidad está marcada por la maldición, y con eso viene una destrucción del diseño de Dios para nosotros. En esos raros casos, en los que hay problemas y desafíos físicos y sociales que deben ser tratados individualmente, la sabiduría debe ser ejercitada en la determinación de cómo manejar la situación para que el resultado sea honrar a Dios. Para más información sobre esto, vea el artículo de la Dra. Elizabeth Mitchell, “Feedback: Hermaphroditism” (Realimentación: El hermafroditismo”.

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